CONVERSEMOS DEL DUELO, ¿ESTÁ BIEN SENTIR LO QUE SIENTO?

Muchas veces nos resulta difícil conversar acerca del dolor, más aún cuando esta tristeza nos pone en una posición vulnerable frente a nuestros hijos o hijas y se suma el aprendizaje adquirido de reprimir ciertos tipos de emociones en búsqueda de la felicidad. Sin embargo, aprender a reconocer lo que sentimos es un aporte en la empatía para desarrollar nuestros vínculos con la sociedad, al comprender nuestras propias emociones nos resulta más sencillo entender las emociones de los otros. Por ello, así como enseñamos a hablar o caminar, poder demostrar lo que sentimos es un aprendizaje fundamental para niños y niñas.
Podemos hablar con sinceridad
La muerte de un ser querido puede ponernos en una situación compleja al vivirla compartidamente con niños y niñas. Por un lado, estamos también afectados por la pérdida y nos resulta dificultoso ser el sujeto protector, y por otro, no sabemos cómo conversar el tema de la muerte con niños y niñas. ¿Dónde está? ¿Cuándo vuelve? ¿Podré ir a verlo? Al igual que Milo en el libro, muchos niños nos interpelan con estas preguntas que muchas veces no sabemos cómo responder.
Es importante tratar el tema de la pérdida desde el afecto y el cuidado, Alejandra Vallecillo, psicóloga, nos recomienda tratar la muerte desde la verdad y de una forma simple, es esencial utilizar un lenguaje claro para poder abrir conversaciones. Por muy frustrante que pueda ser el inicio de la conversación es necesario mantener una postura clara sobre la muerte mostrando, en lo posible, tranquilidad ante las preguntas que van interpelando también nuestro propio dolor. Está bien si no tenemos la respuesta para todo, el trabajo está en encontrar las palabras adecuadas para reconfortar al otro, muchas veces las preguntas tienen una respuesta más sencilla de lo que estamos buscando, están siempre acompañándonos desde otro lugar o en algún momento nos volveremos a encontrar son frases reconfortantes que te pueden ayudar a manejar situaciones complejas respecto a la muerte.
¿Cómo manejamos las emociones según el desarrollo de niños y niñas?
Como sabemos, niños y niñas no demuestran la tristeza como una persona adulta, por lo que podemos adquirir diferentes formas de abordar el tema de la pérdida según sea la edad y la experiencia vivida por cada persona, prestando mayor atención al comportamiento del niño o niña en cuestión. A los dos años, la expresión de la pena es por medio del llanto o de la rabia, aún no se ha adquirido el lenguaje verbal ni físico necesario para expresar de otra forma las emociones, en ese sentido, Neva Milicic, nos llama a prestar mayor atención a la pasividad excesiva de niños y niñas, muchas veces esta tranquilidad puede ser otra forma de expresión de la tristeza. A los tres años, se ha desarrollado en la mayoría de los casos, el habla, por lo que la demostración de la pena y el por qué puede ser más fácil de explicar, muchas de estas tristezas tienen que ver con la soledad, los celos y la falta de atención. Entre los cuatro y cinco años, ya hemos desarrollado empatía y somos más conscientes de los sentimientos propios y ajenos, es importante provocar confianza tanto propia como en los otros, en esta edad la pena puede demostrarse por medio de la pérdida de interés, o por medio de pensamientos o sueños que le aquejan. A los seis años, los niños comienzan a notar cómo los adultos manejan sus emociones y adquieren comportamientos similares. Un ejemplo positivo del manejo de las emociones podría ser: tengo mucha pena porque el abuelito está enfermo; quiero ir a verlo y llevarle algo para que se sienta mejor. De esta manera el niño o niña puede comprender que a pesar que ocurran eventos tristes, se pueden enfrentar las situaciones sin desmoronarse y de manera constructiva. La tristeza es parte de la vida, lo anormal según Milicic sería que un niño o niña fuese incapaz de experimentar esta emoción, el llamado es a acompañar en la vivencia de la pérdida, a conversar, a estar atentos a cambios en la conducta como pesadillas, abstracción o insomnio y a la prolongación de estas conducta en el tiempo.
Nuestras emociones nos movilizan
Como vimos, es importante comprender que niños y niñas tienen diferentes medios de expresión según su edad y es esencial para decidir cómo podemos abrir conversaciones sobre sentimientos y emociones. La educación emocional infantil suele pretender un final feliz en todas las ocasiones, obviando muchas de las sensaciones en la categoría de “negativas”, nos referimos a la rabia, a la tristeza o al miedo. Hemos aprendido a sentir de una forma bastante plana, encuadrando a nuestras emociones en una categoría binaria que separa lo bueno hacia un lado y lo malo hacia el otro, ¿cómo podemos sentir si le ponemos límites a lo que estamos sintiendo? Como propone Macarena García, si uno no norma las emociones, si uno las deja más libres, si dejamos de tratar que sea un manual, será efectivamente un campo muy rico y muy complejo para experimentar y significar lo emocional. Si atendemos lo que sentimos y vemos como cada una de nuestras emociones nos moviliza, podemos divisar como la línea de lo negativo y lo positivo comienza a difuminarse.
En los últimos años, hemos visto un incremento en la producción de textos de literatura infantil y juvenil que tratan el tema de la muerte, generando “espacios seguros” o bien espacios para introducir conversaciones y romper el silencio de la pérdida y el duelo. Hablar sobre lo que estamos sintiendo definitivamente incentiva el crecimiento personal y el desarrollo de la empatía. Hay temas que si te tocan.
Referencias
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- Milicic Neva , A ser feliz se aprende. Guia para la educación del niño de 2 a 6 años. Editorial Grijalbo, 2012
- Macarena García González, Enseñando a sentir. Repertorios éticos en la ficción infantil. Ediciones Metales Pesados, 2021
- Alejandra Vallecillo, ¿Cómo abordar el duelo con nuestros hijos?
- https://www.youtube.com/watch?v=WObucGY9YcI&ab_channel=AkanniEdiciones